1. Cada vez que te dices que bailas obtienes por respuesta un "Qué baile, qué baile".
Es inevitable pero al menos es de las cosas más cotidianas que te pueden suceder, ¿la gente espera que realmente te pares a bailar?
2. Cuando tu profesor dice "Una vez más" sabes que no sólo lo harás por última vez y que probablemente termines haciendo 20 veces más.
3. No importa que tan enfermo estés, qué tan mal te sientas o si te lastimaste, tu maestro siempre preguntará si irás a clase. Y eso no es lo peor de todo, lo peor de todo es que en el momento en el qué dices que no, te sientes la peor persona del mundo y la culpa es tu peor enemigo.
4. Te truena absolutamente todo en todos lados y en cualquier momento. Y cuando te ocurre en público sólo se te quedan viendo como si fueras la más rara de todo el mundo.
5. Nadie, absolutamente podrá entender lo mucho que amas bailar y lo mucho que sacrificarías por ello. Probablemente a nadie le interese lo que hablas, cada vez que hablas de eso y seguramente es porque no paras de hablar de tus clases y tus presentaciones.